BIENVENIDOS A MI BLOG!!

Bienvenidos a mi blog, aquí encontrarán información sobre mi tarea, ni más ni menos que la de narrar y contar cuentos, para dejar volar la imaginación y divertirse-

Soy escritora, actriz, directora de teatro, realizo talleres para niños y adultos. Ofrezco espectáculos en instituciones educativas, eventos privados, corporativos y municipios.-





miércoles, 11 de enero de 2012

Que lo disfruten!!!!!!!!!!!!!!

                                   La Patita Fea


                                                                                  un cuento de       Andrés Sobico


    -¡Mamá!- dijo Patita- ¿Por qué en la escuela me dicen fea?
    -Hija mía, es que tus compañeritos no saben mentir- su madre sabía que a los chicos siempre hay que decirles la verdad, y especialmente a Patita, que vivía en una casa donde todas sus hermanas eran tan lindas; muchas veces la madre de Patita se descubría a sí misma pensando “Que hermosa familia tengo, que gallardo y pulcro marido, y yo, que esbelta y elegante figura poseo, al igual que todas mis hijas menos una..”; pero ese elevado y repetido pensamiento, esta vez fue interrumpido por Patita:
     -Mamá- dijo angustiada Patita- ¿puedo ponerme a llorar?
     -No lo hagas hija, nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio...- le dijo su madre, aplicando toda su maternal sabiduría.

     La maestra de Patita Fea siempre les explicaba, en la clase de Valores, que lo que importaba no era la aparencia física, que lo que valía era ser hermoso por dentro:
      - Miren por ejemplo a Patita- decía la maestra- a ella la madre naturaleza no la ha ayudado mucho, y sin embargo, es una hermosa persona.
     Así que todos sus compañeros, cuando querían molestarla le gritaban -¡Hermosa persooona! ¡Patita es una hermosa persooona!- mientras le saltaban alrededor.

      Pero había un compañero que nunca le gritaba nada, que nunca la molestaba, era su amigo; el otro  que siempre sacaba buenas notas: era el sapito de la clase, de apellido D´otropozzo.
      Sapo D´otropozzo era el amigo del alma de Patita Fea; eran prácticamente como hermanos.
      -¡Ustedes dos siempre juntos!- les decían las hermanas de Patita cuando Sapito iba a estudiar a la casa- ¡ y además son re-igualitos!- y se ponían las tres a reír agitando sus blancas alas, con esa risa tan parecida a la de las gansas.

      Cuando Patita Fea cumplió quince años, su pálida y elegante madre le dijo que, ya que tenía tan buenas notas en la escuela, iba poder elegir entre una fiesta o un gran regalo.
       Patita hacía mucho tiempo que venía deseando ese gran regalo, que venía soñando con él:
       -¡Quiero operarme!, ¡quiero hacerme la cirugía estética!
El padre, ante el pedido de su hija, comenzó a hacer rápidamente cuentas mentales, operar a Patita para que quede linda como su madre y hermanas le iba a salir más caro que una fiesta en un hotel cinco estrellas...
      Pero enseguida su esposa dijo- me parece bien, hija mía, que tengas por objetivo el de estar visualmente a tono con toda la familia.
      Cuando Patita lo contó en la escuela, enseguida todas sus compañeras se pusieron verdes de envidia (menos la lagartija, que ya lo era), casi todas se querían operar algo:
      -¡Sí! yo quiero ponerme más de acá- decía una- ¡y yo quiero sacarme de acá! –decía otra, mientras se señalaban diferentes partes del cuerpo.

      Cuando se calmó todo el revuelo, y ya en la tranquilidad de su banco compartido, Sapo D´otropozzo se animó a contarle a su amiga que él tambien tenía un sueño:
      -Patita, ¿sabés algo?, yo también quiero operarme.
      -¡Ah sí!, ¿y que te querés hacer?
      -Quiero ser Papagayo.
      -¿Y por qué no te operás?; tu papá, el Gran Sapo, tiene  mucho más dinero que el mío, todos saben que se enriqueció alquilando la charca para que viertan allí residuos industriales líquidos.

      A Sapito no le gustaba tocar ese tema, ahora que ya era más grande, y había podido leer  sobre los efectos negativos de los producros tóxicos;  se había comenzado a preguntar si esos líquidos tornasolados que su padre dejaba que arrojen en el agua cristalina de su charca, no habrían sido los culpables de que él hubiera nacido así; él se sentía prácticamente un mutante, feo hasta para sapo.
      -Cuando crezca voy a luchar por el hábitat, ¡el medio ambiente es lo más grande que hay! - a Sapito le cambiaba la cara cuando comenzaba a hablar sobre ecología; ya desde chiquito se había anotado como socio “aportante no activo” del  Club Internacional de los Verdes, y el año que viene ya podía pagar un poco más y ser “socio algo activo”, una categoría superior.
       Todos esos temas a Sapito le fascinaban, porque mientras pensaba en la biodiversidad se olvidaba un poco de lo feo que era.

      -Amigo mío- le dijo Patita- hoy a la salida de la escuela voy a pasar por la “Clínica Plástica del Dr Lechuzo” para ultimar los detalles de la operación. ¿me acompañás?
      -Por supuesto amiga- la voz de Sapito traslucía cierta preocupación.
      Al llegar a la clínica, lo primero que vieron fue un gran cartel que decía “PARE DE SUFRIR” , y abajo, en letra más chica “Satisfacción garantizada”.

      Al ver entrar a los dos amigos, El Dr Lechuzo, señalando a Sapo y levantando las dos alas dijo:
      -Por favor ¡soy Doctor!.. ¡no Mago!
      -Es por mí que venimos-  dijo Patita Fea como para desviar rápido el tema.
      -¡Bienvenida Hija!- saludó ampuloso el Dr Lechuzo- has venido al lugar indicado para resolver tu evidente problema ¿qué deseas hacerte?- preguntó el Dr “Plástico”, mientras  frotaba codiciosamente sus alas.
      Patita comenzó a contarle su lista con ojos esperanzados:
      -Por empezar quisiera ser bien blanquita, y no de este color pardo que tengo; quisiera tener el cuello así bieen laargo- Patita se iba entusiasmando, y luego haciendo un gesto por delante de ella con sus dos alitas dijo- Quisiera tener como más pechuga...
       Al Dr Lechuzo le brillaban los ojos, en su imaginación ya contaba los billetes- ¿Y que más necesitas hija mía?-
      -Después quiero que me aumente el pico y que me quede así como más ancho- decía como dibujándolo en el aire  sobre su rostro- y como más para adelante y con la puntita así, para arriba..
       -¿Y algo más? -Preguntó el doctor tratando de ocultar su felicidad.
       -Y como para trerminar- dijo Patita como ya viéndose transformada- quiero tener los ojos colorados y todo negro alrededor.
      -Ajá- y por casualidad ¿no tiene fotos de la estrella de cine a la que quiere parecerse? , o al menos partes de ella, usted sabe, el pico de tal, la pechuga de aquella; tener una foto de lo que usted quiere siempre ayuda.
      Patita sacó de su mochila una sola foto y se la dio.
      -¿Y quien es esta bella dama?
      -Mi mamá- contestó patita.

       El Dr “Plástico” comenzó a hacer algunos cálculos mientras tarareaba para sí mismo .
      -Dice mi papá que no repare en gastos- advirtió Patita
      Al escuchar esa música para sus oídos el “Dr Plástico” entró como en un frenesí a hacerle mediciones  a Patita, y mientras llenaba un formulario que tenía impresa una silueta de cisne, se decía sí mismo:
       - Ujumm..a ver, pongo 800 gramos de siliconas por aquí, decolorante clorado para blanquear las plumas... 30 cm de cuero de víbora para el cuello, con sus repectivas plumas plásticas...¡ajá! no me tengo que olvidar de mandar hacer el pico en látex quirúrgico, los lentes rojos de contacto y llamar al tatuador de acá a la esquina para el color negro alrededor de los ojos, mientras el doc hablaba solo y hacía anotaciones,  Sapito intentaba espiar sobre su hombro.
       -¿Es muy peligrosa la operación?- preguntó preocupado Sapito D´otropozzo- parece muy complicada- agregó.
      -¡Por favor! está en manos de un especialista, ¡hace treinta años que me dedico a esto!¿vio la garza que los antendió en la recepción?  bueno, cuando empezó a trabajar conmigo era una ratona de campo, trabaja aquí conmigo para pagar sus operaciones.
      Sapito pensó “con razón tenía esos dientes”.
      -¡Aquí vendemos belleza garantizada!- exageró grandielocuente el doctor, mientras le daba a firmar a Patita un papel que se componía de uno seis renglones normales y como veinticinco más de letra superchiquita. 
      Patita, siempre tan confiada, firmó sin leer.
      -La espero mañana para la operaciónm´hijita, y venga con sus padres- le dijo el Doctor, acompañandolos hasta la salida.
       Ya en la vereda, Sapito le pidió a su amiga si le podía dar la copia de lo que firmó, quería dársela a leer a un cuervo amigo, experto en leyes...


      Al otro día, Sapo estaba, en la sala de espera de la clínica junto a toda la familia de Patita, todos aguardando que terminen de operarla; finalmente la garza dientuda  los hizo pasar a una habitación donde estaba Patita sentada en una cama toda envuelta en vendas; el doctor, con cara de presentador de circo anunció:
       -Y ahora...verán ustedes...¡a la bella Patita!- y mientras iba retirando las vendas del cuello y de la cabeza de la niña como si desenvolviera un gran regalo; al terminar, se escuchó un ¡oooh! de la madre y sus hermanas.
      La primera que pudo decir algo fue su mamá:
      -¡Quedó hermosa!- y emocionada agregó- ...¡está igualita a mí!
      Las hermanas la miraban y sus blancas plumas tomaban un tinte verdoso de envidia.
      Su padre firmó el cheque con una gran sonrisa; el Dr Lechuzo lo tomó, lo sopló para secar la tinta, le dio un beso y salió corriendo al banco.
       -¡Sapito querido!- dijo la madre- ¡Sácanos ya mismo una foto a toda la familia unida!- mientras le daba una cámara fotográfica.
       Antes de la foto, todas las mujeres esponjaron sus níveas plumas de cisnes y le colocaron a Patita los lentes de contacto color rojo, el mismo color que el de toda su familia.
       El flashazo de la foto como que despertó a Patita:
       -Quiero un espejo- dijo con una voz queda.
       -¡Como no! ¡hijita de mi corazón!- y la madre le dio el gran espejo que siempre guardaba en su cartera. 
       Mientras Patita se miraba y se tocaba su nuevo pico y el ahora largo cuello, su amigo se la quedó mirando sin saber que decir, hasta que logró articular un:
        -Me alegro por vos amiga...
        Patita Exfea lo miró y dijo -Me siento rara- su voz sonaba extraña.
        -Eso es por los efectos colaterales de la operación- dijo su madre quitándole importancia- mañana se te va a pasar.
        Patita Exfea, mientras seguía mirándose en el espejo dijo :
        -Quiero descansar, déjenme sola.
        -Lo que tu quieras hijita, lo que tú quieras- mientras arriaba a todos hacia fuera.
       -D´otropozzo...- Patita lo llamó por el apellido, como en la escuela - amigo ¿podés quedarte aquí conmigo un momento? -pidió Patita, luego de esperar que se fueran todos, le preguntó -Se que vas a decirme la verdad, ¿cómo me ves?-
      Sapito dudó un momento, pero luego se decidió a contestar la verdad, ella era su amiga y se merecía que él le fuera sincero:
      -A mi me parece como que sos otra...-
      Pareció como si Patita Exfea estuviera esperando de su amigo esa respuesta, porque dijo, muy segura:
      -Quiero desoperarme- y como si le hubiera gustado escuchar eso repitió- Sí,... quiero desoperarme.
       A Sapito D´otropozzo se le encendieron los ojazos y dijo:
       -De eso me ocupo yo-
       Patita lo abrazó y le dio un gran beso.
       Mientras su amigo salía  corriendo a buscar al cuervo amigo, ella se recostó y se tapó con la sábana hasta la cabeza.

       Al rato, Patita escuchó grandes discusiones en el hall de la Clínica, el Doctor ya tenía el dinero en el bolsillo mientras Sapito y el Cuervo le mostraban el contrato donde decía “satisfacción garantizada”; la nívea familia de Patita simplemente estaba patitiesa y a punto del soponcio.

      El Dr. Lechuzo, finalmente obligado por las leyes que defienden al consumidor, tuvo que desoperar a Patita, pero no devolvió el dinero:
      -Y además, es imposible quitarle el tatuaje negro alrededor de los ojos y devolverle a la plumas el color pardo con pintitas verdes-                dijo el doctor como quien no se rinde del todo.
      -¡No hay problema!- dijo Patita entusiasmada- porque  quiero ser gótica, quiero teñirme toda de negro y que me ponga un penachito acá en la cabeza.

      La desoperación fue todo un éxito.

     Al otro día, la llegada de Patita a la escuela fue  un suceso, era la de siempre, pero toda de negro, y los tatuajes negros alrededor de los ojos contrastaban con sus auténticos y cautivantes ojos color miel.

      Mejor dicho, ella no era la de siempre;  por primera vez,
ella era Ella.


      Sapo D´otropozzo finalmente se peleó con su padre, que lo desheredó; entró a las huestes de Grinpis y unos años más tarde se convirtió en el Líder Carismático de su propio Club Defensores de Charcas y tuvo muchas admiradoras.

 
                                                 FIN

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